XVII Cumbre Iberoamericana Nada sobre la inseguridad y “mucho ruido y pocas nueces”


Más allá de lo más que anecdótico del «¡¡por qué no te callas!!» del Rey D. Juan Carlos al presidente venezolano Hugo Chávez, la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada recientemente en Chile ha aportado poco para la mejora de la inseguridad subjetiva y objetiva que sufre la Región.
Los gobiernos iberoamericanos no lograron un consenso sobre los caminos que deben seguir la integración regional y la superación de la pobreza, pese a proclamar en su mayoría el fin “de la noche neoliberal”.
Intensos debates marcaron la XVII Cumbre Iberoamericana donde la mayoría de los mandatarios coincidieron en el fin de la era neoliberal, aunque sin avanzar en una estrategia común ante, por ejemplo, la abultada deuda social de América Latina.
En América Latina, hay 200 millones de pobres, de los cuales 80 millones padecen hambre.
No obstante, a pesar de que esta Cumbre Iberoamericana ha debatido en Chile oficialmente sobre «cohesión social», para algunos hasta la terminología ha sido insuficiente y demandan una «transformación social», mientras que otros se han limitado a otorgarles un matiz de «responsabilidad social» a las inversiones.
En este sentido, l primero en discrepar fue el presidente ecuatoriano, Rafael Correa que dijo: «Mientras impere el evangelio del mercado será muy difícil alcanzar la cohesión social». En esa línea se manifestó también el vicepresidente cubano, Carlos Lage, y remató ironizando Chávez: «Son las clases ricas las que quieren mantener su cohesión social» y cuestionó en la asamblea plenaria la posibilidad de lograr la cohesión social en sociedades con tanta pobreza y miseria, debido a las políticas neoliberales.
Igualmente, Rafael Correa señaló que el más nefasto legado del neoliberalismo ha sido la destrucción de la cohesión social en América Latina, que es la región más desigual del mundo e hizo un llamamiento a escuchar la voz de los pueblos, pues, según explicó, «hablar de cohesión social sólo puede ser entendido mediante la consagración a los intereses de las mayorías, con sistemas que rompan las profundas asimetrías económicas y sociales y que dé voz a aquellos que nunca la tuvieron».
Por su parte, el secretario general de la cumbre, el uruguayo Enrique Iglesias, escenificó esta conjunción de cohesión social y crecimiento: «Junto a la mano invisible del mercado, necesitamos la mano visible del Estado». Y el canciller chileno Alejandro Foxley caracterizó de «artificial y falso» el dilema entre más mercado o más Estado para mejorar la cohesión social.
En su intervención, el presidente colombiano Álvaro Uribe, en tanto, prefirió destacar que eran las inversiones «con responsabilidad social» las que generan las condiciones necesarias para luchar contra la pobreza y mejorar la cohesión social. Su acción de gobierno, señaló, apunta a mejorar la seguridad democrática y la confianza de los inversionistas para contribuir a la cohesión social. «Hemos creado condiciones para las inversiones con responsabilidad social», sintetizó.
Pero, Chávez subrayó: «¿Cómo cohesionar algo que está destrozado, debilitado al extremo?», polemizó y prefirió hablar de «transformación social rumbo a la justicia social», como ya promulgara en 1945 por el ex presidente argentino Juan Domingo Perón como una de sus banderas políticas.
Más concreta fue la propuesta del Ejecutivo español que incluyó un «plan de seguridad» que intervendrá en tres áreas: la lucha contra la violencia de género, contra la violencia juvenil y contra los delitos violentos. Este plan, que empezará el año que viene, recibirá 12 millones de euros cada año. España también creará una base fija en Panamá para agilizar la distribución de la ayuda en caso de catástrofes naturales en Centroamérica, según anunció el presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Finalmente, la presidenta chilena Michelle Bachelet, anfitriona de la cumbre y promotora de la temática de la misma, señaló que «es esta la hora de la justicia y de la cohesión social», a la que definió como «un nuevo pacto social en y entre nuestros países». Cohesión social y crecimiento económico no son agendas excluyentes», dijo la mandataria, coincidiendo con la crítica generalizada al modelo neoliberal imperante en los años 90 en la región y añadió que, a través de este mecanismo político, se debería «garantizar acceso universal a los servicios básicos», con «un enfoque de derechos» que incluya políticas específicas a favor de la igualdad de género, para «resolver de una vez por todas» el problema de la desigualdad.
Todo ello, sin olvidar el marco de referencia de una región como la Iberoamericana que crece, pero continúa rezagada.
En este sentido, las Naciones Unidas y el Banco Mundial prevén una disminución en la actividad económica mundial, que tendrá un impacto en la Región y la pregunta es obligada: ¿Qué puede hacer Latinoamérica para mantener sus tasas de crecimiento altas por décadas, como China y la India?
Pues, casi todas las proyecciones señalan que América latina crecerá más del 4 por ciento. Será el quinto año consecutivo de crecimiento económico regional y el mayor período de estabilidad económica en dos décadas.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas está pronosticando que la región crecerá el 4,7% en 2007. Los países que más crecerán son la Argentina (7,5%), Venezuela, Panamá y la República Dominicana (7%) y Perú y Uruguay (6%). A nivel mundial, los países en desarrollo crecerán a una tasa de más del doble que las economías maduras de Estados Unidos y Europa, añade el BM.
Pero, la mala distribución de la renta reafirma que Latinoamérica es la región más desigual del mundo.
Según un estudio privado, aunque su nivel de desarrollo es superior al de otras zonas del mundo, en sus sociedades conviven la riqueza y la pobreza extrema. El informe asegura además que con la globalización los países más ricos incrementaron su ingreso per cápita en forma significativa, mientras que los países más desfavorecidos se han estancado.
Comparando el ingreso medio per cápita, ponderando el ingreso medio de cada país por su población o poniendo el foco en los individuos en vez de hacerlo en las naciones, según el trabajo, el 25 por ciento más rico de la población percibe el 75 por ciento del ingreso del planeta, mientras que el 1 por ciento de la cúpula concentra el 57 por ciento del ingreso mundial. «Probablemente se trate de la distribución del ingreso más desigual en la historia de la humanidad», sostiene el CESPRE.
Los ricos latinoamericanos -definidos como la gente con más de un millón de dólares en activos financieros- vieron crecer su patrimonio en un 23.2 por ciento el año pasado, gracias a los precios récord del petróleo y otras materias primas de la Región, dice el estudio. Comparativamente, los ricos de África vieron crecer su patrimonio en un 14 por ciento, en Asia fue un 10 por ciento, en el Medio Oriente un 12 por ciento, y a nivel mundial en un promedio del 11.4 por ciento.
Pero, no es todo. Sólo el 3 por ciento de los ricos de América Latina solicitaron a sus bancos hacer inversiones socialmente responsables el año pasado. En Europa el porcentaje fue el 6 por ciento, en Estados Unidos el 8 por ciento, en el Medio Oriente un 8 por ciento, y en Asia 14 por ciento.
En cualquier caso, hay razones para el estancamiento y mucho también tiene relación en la actualidad con lo que se está llamando la “sociedad del conocimiento”, es decir de un tipo de sociedad que se alimenta del conocimiento y cuyo motor es el mismo. Pero el conocimiento producido en América Latina es marginal. Es sabido que la región genera apenas alrededor del 3 por ciento de la producción científica mundial aparente, de acuerdo al criterio de las publicaciones rigurosas. Brasil produce algo menos del 50 por ciento de la Región, Argentina alrededor del 15 y Chile produce poco menos del 10 por ciento.
En resumen, la XVII Cumbre Iberoamericana ha concluido, pero a pesar de los intensos debates habidos los gobiernos iberoamericanos no lograron un consenso estratégico sobre los caminos que deben seguir la integración regional y la superación de la pobreza.
Pero más allá de los anhelos o de los acuerdos posteriores a la cita, la Cumbre Iberoamericana en lo real ha concluido con acuerdos acotados de cooperación regional o multilateral en previsión, infancia y políticas sociales. Pese a ello, la presidenta Bachelet enfatizó la importancia de «garantizar el acceso universal a los servicios básicos», a través de «un enfoque de derechos» que incluya políticas específicas a favor de la igualdad de género.
Pero, no es imaginable la igualdad o la justicia a nivel global si no es sobre la base de cierta equiparación de los grados de poder y de conocimiento.
Para el economista Eduardo Conesa, la mala distribución del ingreso en Latinoamérica responde a la igualmente desigual distribución de la propiedad y la falta de educación de las clases más pobres. «La educación es un capital humano. Los más educados son los que tienen los ingresos más elevados». Sin olvidar que la globalización es una suerte de revolución originada por el avance tecnológico, la informática y la comunicación, que genera «un cambio de la estructura productiva del mundo».
Conclusión, en la lucha contra la pobreza, la inseguridad como denominador común y las desigualdades económico-sociales se ha hablado en tensos debates en la cita Iberoamericana pero, lo cierto es que al final “mucho ruido y pocas nueces” y a alguno que otro más habría que haberle increpado con: «¡¡porqué no te callas!!», porque para lo que han dicho…

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