Vivimos momentos de especial impacto, tanto en la realidad como en la percepción ciudadana, sobre la inseguridad que están provocando los elevados niveles de corrupción en España. Aunque ésta se pueda entender como un fenómeno nocivo, diverso y global, sus protagonistas, que pertenecen tanto al sector público como al ámbito privado, nos están llevando a momentos de indignación cercanos al movimiento social o la revuelta ciudadana.
Corrupción en la sociedad actual
La corrupción que indigna y moviliza no se refiere al simple saqueo de recursos del Estado, sino que presenta sus múltiples variables de sobornos, malversación de fondos públicos, manipulación de precios, escándalos políticos o financieros por el tráfico de influencias e información privilegiada, financiación ilegal de partidos políticos y sindicatos, parcialidad o dudosas decisiones judiciales, amiguismo o sueldos exagerados de amistades, concursos amañados sobre obras o servicios -o la indebida calificación de las mismas-, compra de equipamiento innecesario, de mala calidad o encarecido, etc.
Lo cierto es que en la actualidad escuchamos hablar de corrupción y la gran mayoría de los ciudadanos piensa que es algo que ocurre solamente en la política o en las grandes entidades financieras, ya que constantemente tenemos noticias en los medios de comunicación de los casos más transcendentales y sonados pero, si analizamos con mas detalle el concepto de corrupción, nos daremos cuenta de que ésta está presente en nuestro día a día y en nuestro entorno más cercano, casi a modo de epidemia.
En cualquiera de sus formas, atenta contra la dignidad de la persona, grupo o país, y, si bien ha acompañado a través de los tiempos al ser humano desde siempre (en las antiguas culturas y en la propia Biblia nos confirman los primeros casos de corrupción) , su alcance y profundidad, desde hace no muchos años, no tiene precedentes.
En este sentido, diversos autores señalan que la corrupción es el resultado natural del proceso de desarrollo político y económico de un país “Cuando las economías comienzan a enriquecerse, aparecen primeramente las rentas que justifican la corrupción y, posteriormente, cuando el costo alternativo es muy alto se desarrollan las instituciones que previenen y sancionan la corrupción” (Bayley, 1966).
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